miércoles, 12 de junio de 2013

CRÓNICOS DE LA BICI: Burn In Hell + Birds Are Alive


A punto de terminar el curso 2013/14, es posible que OEMB haya encontrado nuevo garito: sonido aceptable, capacidad para 'bolos' de 30/40 personas, vecinos (parece) comprensivos, ubicación bastante céntrica (a un par de calles de la parada de metro de Paral·el), cañas a 1€...y barandilla en la puerta para aparcar las bicis! O los caballos. Sin duda, el Hey Ho! Bar pasó la prueba el pasado viernes 7 de junio.

Sobretodo porque los grupos que actuaron casaron a la perfección con la ubicación. El francés Birds Are Alive se plantó en el local con una guitarra eléctrica, un bombo de batería, y un plato de pie que maltrataba a una chapa colgada desde lo alto de él (el plato, se entiende) para revolcar por las ondas varios temas de blues eléctrico, agitado y polvoriento con el que tranquilamente podríamos haber despegado nuestro trasero de los sofás/asientos desde donde prestamos atención a su 'bolo'. Un setlist de interminables líneas presagiaba un plan demasiado ambicioso para el tiempo de que disponía el galo, pero entró, entró, que diría Juan José Castillo, ya que apenas paró entre tema y tema. En uno de esos momentos de respiro, avisó que tocaría una canción "más pop", que tenía tanto de ídem como Soizu de reggaeton, y pudimos detectar una versión de "Spoonful" en el tramo final. "Paris, Texas", en sentido literal.

Lo de Burn in Hell, por su parte, tuvo, en efecto, algo de diabólico: un 'baquetas' que prefería los barriles de cerveza a las cajas de batería; un teclista por momentos tétrico y otros tabernero (más Man Man que Tom Waits, aunque de ambos había); y un guitarrista frontman con momentos de rasgueo intenso estilo Michael Gira, pero en plan 'tormenta acústica'. Rodeados por sus mascotas (bebés bicéfalos, muñecos de trapo de peli de terror, marionetas, monigotes con vestido victoriano, ...), los australianos nos hicieron disfrutar a base de folk intenso (y a veces enérgico), portuario, y malrollero a partes iguales, incluso cautivando a cierto 'espécimen' de la 'fauna' del local, que se unió a ellos, primero, con una pequeña maraca de huevo, y, un rato después, con un tam tam devorado por los decibelios. Esperemos que consiguieran un buen 'botín' (no se cobró entrada, pero se pasó la gorra tras las actuaciones) en su parada en Barcelona, ya que se lo ganaron.

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